Supermercados sin plástico, ¿qué pueden hacer las marcas?
febrero 6, 2020

Hace mucho tiempo que el plástico tomó los supermercados. Nos hemos acostumbrado no solo a que sea el material elegido para el envasado de la gran mayoría de productos envasados que consumimos, también a encontrarlo en la fruta y la verdura que compramos –a pesar de que esta viene con un “protector” natural que es su propia piel.
No nos sorprende encontrar una bandeja de piña cortada y envuelta en papel plástico de un solo uso. Incluso cuando compramos a granel encontramos bolsas de pequeño tamaño en las que depositar los alimentos antes de pasarlos por la báscula. Estos son solo algunos ejemplos de la gran cantidad de plástico innecesario que se genera para que podamos hacer la compra.
Todo esto en detrimento del medio ambiente y es que los datos son estremecedores: el Mar Mediterráneo, que representa únicamente el 1% de las aguas de todo el mundo, concentra el 7% de los microplásticos del planeta. En la misma línea, los expertos calculan que en todo el océano flotan más de 270.000 toneladas de plástico.
Supermercados sin plástico
Es por ello que el poner fin a la contaminación de los plásticos se ha convertido en una prioridad para muchos, marcas, pero especialmente compradores. En los últimos años se ha avanzado positivamente en la reducción de plásticos en los supermercados a través de medidas como la normativa española que entrará en vigor el próximo 2021 y que prohibirá las bolsas de plástico. Mientras tanto, existen otras muchas medidas que se pueden aplicar para tratar de reducir los plásticos en los supermercados.
1. Atacar la sección cosmética
Cuando hacemos referencia a packaging plástico solemos pensar de forma casi automática en las secciones de frutería y verdulería y, sin embargo, pasillos como el de cosmética o droguería pasan más desapercibidos a pesar de que son secciones cubiertas de plástico.
Ahora bien, si observamos los últimos movimientos de grandes marcas que se están animando a dejar atrás sus envases, podríamos decir que algo está cambiando en el sector. Los jabones sólidos que tanto se usaron en el pasado vuelven a estar de moda formando parte, incluso, del catálogo de productos de importantes referentes del mundo de la cosmética. Misma composición para los champús o algunas cremas. En el caso de aquellos productos que, por sus características, no pueden venderse como un sólido, las marcas optan por envases de cartón reciclado o de aluminio reutilizable.
2. Productos sin envase
Es la solución más recurrente y, a la vez, la más sencilla de aplicar. Basta con eliminar todos los envases de aquellos productos en los que son totalmente prescindibles. Y es que con reciclar esos plásticos no es suficiente. En primer lugar, porque el proceso de reciclado consume una gran cantidad de energía y, en segundo lugar, porque en muchos de estos plásticos de un solo uso las fibras son tan pequeñas que no es posible reciclarlos por completo.
Por ello es mejor rendirse al concepto de reutilización y ofrecer bolsas, rejillas, cestos y demás utensilios en materiales más resistentes y duraderos – rafia, algodón, papel reciclado y carritos– que sustituyan a las clásicas bolsas y recipientes de plástico.
3. A granel
Un paso para más avanzados es, a la vez que eliminamos el plástico, ayudar a los consumidores a evitar el desperdicio de comida. De modo que, en vez de comprar las manzanas de 4 en 4 –porque así van empaquetadas– podamos adquirir las cantidades justas y necesarias de cada producto.
Esto es posible gracias a sistemas de contenedores con dispensadores que permiten comprar a granel la cantidad exacta de alimento. Esta se puede colocar en una bolsa de tela, una fiambrera o, en un clásico bote de cocina que podremos reutilizar una y otra vez. Además, aunque tradicionalmente relacionamos la compra a granel con la alimentación, en muchos países ya se ha introducido también en cereales, especies, detergentes y suavizantes, productos para el cuidado personal…