La tendencia que triunfa en los supermercados: alternativas al pago en efectivo

julio 2, 2020

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Para los comercios, que los clientes disfrutaran en la tienda, encontraran con facilidad los productos que buscan y se marcharan con una sensación positiva ha sido siempre una prioridad. Sin embargo, no ha sido hasta este momento en el que se ha empezado a emplear el término experiencia de compra como mecanismo para satisfacer a los públicos que visitan las tiendas y lograr que vuelvan a comprar en ellas.

Como decimos, poner el foco en estrategias que mejoren el customer experience en el punto de venta no es algo nuevo, lo que sí lo es, es la forma en la que queremos conseguir que esa experiencia sea la mejor posible habiendo incorporado nuevas herramientas, más tecnología –cuando se encuentran en el punto de venta, pero también fuera de él– y soluciones omnicanal.

Todos estos cambios tenían en común el eliminar aquellas barreras que pudieran impedir a los clientes llevar a cabo su proceso de compra de forma fácil, rápida y sencilla. Uno de los últimos en entrar en escena han sido las innovaciones vinculadas al desarrollo de alternativas al pago en efectivo.

Si echamos un rápido vistazo a los consumidores actuales observaremos que sus rutinas de compra poco tienen que ver con las de generaciones anteriores. Y, del mismo modo que han encumbrado al ecommerce y han convertido la sostenibilidad en una de sus prioridades –haciendo que muchas marcas se pregunten si cumplen con los requisitos de sostenibilidad–, también han minimizado sus pagos en metálico.

El desuso de billetes y monedas no es algo nuevo, pero es cierto que en los últimos meses se ha acentuado. De hecho, según un informe del banco móvil N26, la retirada de efectivo en España cayó en más de un 65% en el primer trimestre del 2020. En la misma línea encontramos el último Barómetro de Tarjetas Mastercard 2019, que destacaba que más del 50% de los compradores recurre a la tecnología de pago sin contacto. En contra del efectivo juegan aspectos como la mayor seguridad, comodidad e higiene de las transacciones de los pagos que no son en efectivo. También que, mientras a la hora de pagar en efectivo tenemos un límite de gasto evidente –ya que las personas no suelen llevar grandes cantidades de dinero en cima–, este no existe a la hora de pagar de forma digital, de modo que, previsiblemente favorecerá un mayor consumo por parte de los clientes.

Esta tendencia en los hábitos de los consumidores no hace más que ratificar que en los próximos años la revolución en los supermercados y el retail tendrá lugar en la forma en la que pagamos. El sector es consciente de que la forma en la que pagamos influye en la experiencia de compra global y por ello busca simplificar este proceso con el objetivo de que queden los mínimos y más sencillos pasos antes de cerrar el pago.

Las innovaciones que vienen

En primer lugar, seremos testigo de la desaparición de las cajas y, con ellas, de las colas que tantos puntos restan a la satisfacción general de los clientes. Seguiremos viendo cómo las empresas y bancos desarrollan nuevas herramientas para pagar que se sumarán a las actuales opciones que brindan las clásicas tarjetas de crédito y todo lo vinculado con la tecnología NFC – responsable de hacer posible los pagos contactless por ejemplo a través de los smartphones–.

Es así como poco a poco comprobaremos como los clientes tienen la opción de pagar a través de sus gafas de sol, de guantes o incluso de piezas de joyería.

En paralelo a la aparición de estos dispositivos de pago adicionales, ya estamos siendo testigo de cómo muchos actores del sector se han puesto manos a la obra para reformular no solo el con qué se paga, también, el cómo se paga. Es el caso de aplicaciones que nos permitirán pagar nuestra compra más tarde, aplicaciones para unificar transacciones y realizar el pago de varias compras a la vez o, incluso, soluciones self-service a medida para cada usuario.

Según los expertos, la cosa no quedaría aquí y en un corto espacio de tiempo se integrarán pagos, pero también procesos. Es decir, que pronto podríamos llegar a hacer la compra y pagarla desde nuestra nevera inteligente.

En cualquier caso, hasta que todos estos avances lleguen a ser una realidad, lo que sí es cierto es que los supermercados van a necesitar adaptarse a estos cambios como ya lo hicieron, en su momento, con las tarjetas contactless.